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martes, 26 de enero de 2010

HAITÍ: EL INFIERNO SE ESCRIBE CON "H"

Infierno se escribe con 'H'


Martes, 16:53 (las 22.53 en la Península). Las escuelas y los supermercados estaban llenos. Todavía no había caído la noche sobre Haití cuando la tierra se abrió. Un terremoto de 7 grados en la escala Richter volvía a poner al país más pobre de América Latina en el mapa. "Todo comenzó a temblar, la gente gritaba, y las casas comenzaron a derrumbarse... Es un caos total", contaba una periodista desde la isla caribeña.
Han pasado siete días desde entonces y ésa sigue siendo la mejor definición de la situación en Haití. Caos. Muchos cadáveres siguen acumulados en las calles —mientras miles han sido arrojados a fosas comunes— y el acceso a la ayuda continúa siendo más que insuficiente. Tras el drama que ha dejado el desastre natural, ahora son los saqueos y los primeros brotes de violencia los que mantienen a Haití sumido en el caos.


Día 1 (miércoles)


Una mujer entre ruinas.

Miles de personas han pasado la noche al raso después de que la tierra temblase. Una, dos, hasta trece veces rugió la falla de Enriquillo (entre las réplicas, se registraron tres de considerable magnitud). El terremoto no ha distinguido de clase, credo ni condición. Han muerto ministros, pobres, el arzobispo de Haití, estudiantes, funcionarios de Naciones Unidas... Centenares de edificios de la capital, Puerto Príncipe (a sólo 15 kilómetros del epicentro), se derrumbaron. El Palacio Nacional (sede del Gobierno de Haití), la sede del Parlamento, la catedral de Puerto Príncipe, colegios, el único hotel de lujo del país y barrios enteros cayeron como un castillo de naipes.
El número de muertos es incierto. Más de
100.000, apunta el primer ministro , Jean Max Beltreeve; docenas de miles, calcula la OEA. Un baile de cifras que no alcanza a reflejar el drama que se vive en Puerto Príncipe: cadáveres amontonados en las aceras, supervivientes que vagan aún en estado de shock entre los escombros...
Las grandes potencias
prometen su apoyo y decenas de ONG empiezan a facilitar sus números de cuenta. Pero la distribución de la ayuda no será fácil. Las vías de acceso y las telecomunicaciones se han visto sumamente afectadas, el aeropuerto ha sido cerrado y la misión de la ONU —quien en estos casos se encarga de coordinar las tareas— sufre su propio drama en Puerto Príncipe.

Día 2 (jueves)


Puerto Príncipe huele a muerte. La capital del país caribeño se ha convertido en una inmensa morgue en la que los vivos duermen entre cadáveres y su principal avenida, en un gigantesco campamento de refugiados.
Los equipos de rescate no llegan y los haitianos se han lanzado a tratar de rescatar a supervivientes retirando cascotes con sus propias manos. "Sólo sabemos que hay muchísima gente desaparecida y que se ha empezado a trabajar muy tarde
", relata en ELMUNDO.es Fernando Prados, uno de los médicos del Samur desplazados a Haití.


El cadáver de un niño, entre decenas de cuerpos.


La ayuda ha comenzado a llegar a la ex colonia francesa después de que se reabriese el aeropuerto (aunque ni las luces de pista ni la torre de control están operativas y los aviones deben aterrizar a ojo, sólo durante el día), pero las cajas permanecen acumuladas en el aeródromo, a la espera de que se organice su distribución. El gobierno de René Preval sigue desaparecido y Washington se implica a fondo en la gestión de Haití ante el colapso del Ejecutivo nacional: Obama anuncia el envío de 100 millones de dólares en ayuda y 5.500 soldados.
Pese a la solidaridad internacional, la desesperación cunde entre los haitianos: algunos han levantado
barricadas con cadáveres en protesta por el retraso en la llegada de ayuda. "Está muriendo demasiada gente, necesitamos la ayuda internacional, no hay servicios de emergencias, ni alimentos, ni teléfono, ni agua, no tenemos nada", implora un haitiano... 48 horas después del seísmo.

Día 3 (viernes)



Los cadáveres siguen acumulados en las calles de la capital, aunque los servicios de rescate internacionales comienzan a trabajar. La imagen de uno de sus 'logros' da la vuelta al mundo: el bombero español Óscar Vega sale de los escombros con el pequeño Radjeson, de dos años, en brazos.
Los heridos atestan los hospitales,
faltos de lo más básico. Naciones Unidas reconoce que, de hecho, la ayuda sólo ha llegado a 8.000 damnificados. Ante la falta de ayuda, algunos haitianos se lanzan a saquear las ruinas de los comercios en busca de algo que llevarse a la boca. Aunque las bandas comienzan a hacer acto de presencia, según Naciones Unidas "hasta el momento, la situación de seguridad se mantiene estable".
El Ministerio de Asuntos Exteriores confirma las
primeras víctimas españolas: María Jesús Plaza e Yves Batroni, un matrimonio que residía en Torrejón de Ardoz.

Día 4 (sábado)


Saqueo de las ruinas de un comercio.

La cifra de muertos sigue creciendo. Según las autoridades haitianas y las organizaciones internacionales, podría superar las 200.000 víctimas. Naciones Unidas habla ya del "mayor desastre en la memoria de la ONU". Pese a las protestas de muchos afectados, el primer ministro Beltreeve ha ordenado enterrar a muchas víctimas —40.000, según el presidente Preval— en fosas comunes para evitar epidemias. Esta estrategia dificulta aún más saber a ciencia cierta cuántos han perecido en Haití.
Preval recibe a la secretaria de Estado estadounidense,
Hillary Clinton, en el aeropuerto de Puerto Príncipe. La imagen es una metáfora del vacío de autoridad que reina en Haití tras el seísmo: la única autoridad reinante hasta la fecha es el Ejército norteamericano, que ha tomado el control del aeropuerto. "Sin un gobierno nacional que funcione y el de la capital inexistente y la ONU no tomando el control, es difícil que las ayudas fluyan", explicaba un delegado colombiano a EL MUNDO.es. Haití es un país sin Estado. Ante el desgobierno, la mayor parte de la ayuda (sólo se han hecho esporádicas distribuciones) sigue en los hangares del aeropuerto y los primeros saqueos han comenzado.
Los
primeros españoles repatriados desde Haití llegan a Madrid.


Día 5 (domingo)


El milagro parece posible en el infierno. Cinco días después de la tragedia, los servicios de salvamento rescatan al menos a seis personas vivas bajo los escombros. Pero el ánimo reinante en Puerto Príncipe es la desesperanza: miles de personas siguen sin techo ni comida y los saqueos, hasta ahora sin violencia, han comenzado a cobrarse sus primeras víctimas: dos saqueadores han muerto a tiros y otro hombre, acusado de robo, ha sido linchado por la turba. El caos obliga a decretar el estado de emergencia hasta finales de enero.


Ariel, rescatada viva de las ruinas.


El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, pisa por primera vez la isla tras el desastre. Casi una semana después de la tragedia, Ban pide a la vicepresidenta española María Teresa Fernández de la Vega —también de visita en Haití— que la Unión Europea organice una misión a Haití para la asistencia humanitaria.
Reina la confusión sobre la funcionaria de la UE desaparecida, la española Pilar Juárez, que se encontraba en una reunión en el edificio de la ONU cuando se produjo el seísmo: aunque en la madrugada del domingo
se anunció que se había encontrado su cadáver, a última hora del día el Ministerio de Asuntos Exteriores anuncia que el cuerpo no es de la funcionaria.
Día 6 (lunes)




Un policía retiene a un saqueador.



Crece la desesperación y la tensión en las calles de Puerto Príncipe. Los saqueadores se enfrentan a pedradas en el centro de la ciudad, los helicópteros lanzan la ayuda sin llegar a aterrizar, mientras a las puertas del aeropuerto las fuerzas internacionales tratan de contener a las decenas de haitianos desesperados que piden ayuda y un trabajo. Fuentes de inteligencia occidentales temen que el país caribeño entre en una espiral de violencia (se rumorea incluso que los partidarios del defenestrado Aristide están reorganizándose para provocar disturbios).
La tensión también se palpa entre las potencias occidentales por el control de la situación.
Francia critica a EEUU por monopolizar la ayuda en Haití —"Se trata de ayudar Haití, pero no de ocupar Haití", dice el secretario de Estado de Cooperación galo—, mientras los marines desembarcan en la isla. Brasil, al mando de la misión de Naciones Unidas en Haití, ha advertido de que no cederá el mando de las fuerzas de la ONU en el país y ha respondido al llamamiento de Ban Ki-moon —que ha pedido otros 3.500 'cascos azules'— ofreciéndose a duplicar sus efectivos en el país.


Día 7 (martes)



Se cumple una semana del seísmo. Las esperanzas de encontrar supervivientes bajo los escombros disminuyen, aunque todavía no se ha dado la orden de que cesen las tareas de rescate. La distribución de la ayuda avanza y muchos haitianos confían en que mejore tras la llegada de los marines, ya 11.000 sobre el terreno. Sin embargo, miles de personas han comenzado a huir de la capital en los escasos vehículos que tienen algo de combustible.
Los equipos de rescate
hallan el cuerpo de Rosa Crespo, la policía española desaparecida tras el seísmo. Es la tercera víctima mortal española.



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